lunes, 18 de agosto de 2014

La cárcel según Piper Kerman

Imaginaos que con 24 años una serie de malas decisiones y peores compañías os llevan a cometer un error. Un error con consecuencias legales derivadas de vuestra participación en una trama de blanqueo de dinero por tráfico de drogas. Imaginaos que once años después, cuando ya habéis reconducido vuestras vidas, ocupáis un exitoso puesto de trabajo en Nueva York y estáis a punto de casaros, tenéis que ingresar en la cárcel durante quince meses para saldar vuestra deuda con la Justicia. Imaginaos ahora cómo tiene que ser contarle toda esta historia a vuestra madre, a vuestro prometido, a vuestro jefe, a vuestros amigos... 

Este es el punto de partida de "Orange is the New Black", una historia en primera persona escrita por la estadounidense Piper Kerman (1969) en la que la autora relata con gran sentido del humor cómo afrontó sus meses en la cárcel (reducidos finalmente a once). 

Kerman consigue que resulte sencillo ponerse en su lugar. Los nervios antes de que la condena sea firme, los preparativos ante ese destino que se antoja aterrador e incierto, las despedidas, los miedos más íntimos y profundos... "Sobre todo, bajo ningún concepto: no hagas amigas", le dice su abogado. Y con estas palabras resonando, Piper (o mejor dicho, Kerman, porque en la cárcel a todas se las conoce por su apellido) llega a prisión para encontrarse con un montón de mujeres que le dan la bienvenida, se preocupan por sus sentimientos y le hacen llegar artículos de primera necesidad para que pueda asearse y, en definitiva, no perder la dignidad en sus primeros días como reclusa.

Por momentos, la cárcel acaba pareciendo un lugar edulcorado en el que las reclusas se ayudan entre sí y reina la buena armonía. Pero la oscuridad de la celda es profunda y turbadora y cada día que pasa, pesa como una losa sobre las espaldas cansadas de las reclusas. Poco a poco conocemos las historias de las compañeras de prisión de Kerman. La de la rusa cuyo marido era traficante; la que quemó con agua hirviendo a una compañera; la que no podía acabar en otro lugar que no fuera la cárcel porque su madre también estuvo allí... Con cada relato comprendemos que la cárcel no es un lugar fácil. Que la prisión deshumaniza, que las sentencias no tienen en cuenta el estigma que supone haber pasado por allí y que a la vuelta de la esquina, cuando toque salir a la calle, la mayoría se encontrará de nuevo con los mismos problemas que las llevaron a prisión. La cárcel, tal y como está concebida, es un castigo, no un camino hacia la reinserción. Porque si de reinserción se tratara, Kerman ya había conseguido ser un miembro útil y productivo para la sociedad antes de cumplir su sentencia.

Además del libro, ya sabéis que existe una serie inspirada en la novela. No he podido verla, así que no sé cómo se tratan en ella temas como la soledad, la tristeza de perder a un ser querido mientras estás en prisión o la certeza de que el tiempo en la cárcel no solucionará en absoluto las cosas que no marchan bien en tu vida. Por eso creo que, aunque se vea la serie, es importante también leer el libro de Kerman. Porque todos sabemos de esa capacidad de los libros para dejar tomar aire y reflexionar cuando hace falta, un tiempo muerto que no siempre nos otorgan las obras audiovisuales.

Kerman (derecha) y la actriz que le da vida en la serie.

Y por si alguien se pregunta si Kerman acabó haciendo amigas en prisión, aquí os dejo la respuesta.

"We would not be making Christmas cookies, or picking out the perfect tree to decorate, or kissing the people we loved under mistletoe. But Faith could claim her special place in my life, and I had one in hers, especially at Christmas time. And it was cool".
["No estaríamos haciendo galletas navideñas, ni eligiendo el árbol perfecto, ni besando a nuestros seres queridos bajo el muérdago. Pero Faith podía enorgullecerse de ocupar un lugar especial en mi vida. Y yo, en la suya, sobre todo en Navidad. Y eso era genial".]

No hay comentarios:

Publicar un comentario